Tras la pista de la serpiente
Después de escuchar anécdotas, cuentos y relatos, Jesús Carneiro, cámara
en mano emprende la búsqueda de una mítica criatura que habita en el imaginario
popular del pueblo Bolivarense; cuentan los paisanos sobre supuestos avistamientos de un monstruo multicéfalo. Una serpiente de siete cabezas:
relatan que una cabeza duerme con un ojo abierto debajo de la Catedral y si
debido a comportamientos anti patria de los angostureños se llega a molestar,
destruiría al casco histórico. Otra
cabeza descansa en el fortín del zamuro y que está vigilante por si cualquier enemigo que se atreve a atacar
la ciudad por el río y otra más grande, está
en la piedra del medio y que garantiza el caudal de agua del rio padre, si ésta
llegara a morir, afirman, se secaría el Orinoco.
Desde el florecimiento de
la cultura griega, siglo V. A.C, la serpiente siempre ha estado ligada a la
lista de Mitos y situaciones religiosas. Ha simbolizado la presencia de una
fuerza sobrenatural, una energía aliada a la dinámica espiritual, el mito se
posicionó en un colectivo ávido de justicia y protección hasta llegar a la
Angostura del Orinoco.
Los colores del alba sobre
el Orinoco que fotografía Carneiro hacen impensable que bajo esa policromía
cobijada aun por la penumbra mañanera se
pueda esconder una bestia como la describen los Bolivarenses, este ambiente
claroscuro solo puede permitir un romance como el apareamiento de la Tortuga
Arrau que aparece ante su lente.
Como en todos los relatos
que tienen relación a los monstruos acuáticos, son los pescadores las fuentes
vivas de estas míticas leyendas, cuentan
también que las otras cuatros cabezas menores en tamaño las utiliza para
alimentarse y que a sus fauces han ido a parar cantidades de pescadores que se pierden durante la pesca
en el rio. También han sido manjar de la serpiente –según cuentan- intrépidos
criptozoólogos y fotógrafos que han pretendido comprobar su existencia.
Carneiro cree que todo
mito es racional que contiene una verdad simbólica, se inscribe en la lista de
fotógrafos que se han dedicado a buscar la verdad detrás del mito, a hurgar en
la historia para encontrar al relato primigenio.” El 19 de abril de 1934, R.K. Wilson,
periodista Escoses, presionado por el director del diario donde trabajaba para
que reportara noticias extraordinarias, hizo una foto con ayuda de utilería al
supuesto monstruo del lago Ness (Escocia)”.Esta imagen se posicionó en el mundo
como ícono de los llamados Críptidos o criaturas hipotéticas.
La mitológica criatura
Bolivarense ha inspirado a este fotógrafo a internarse en el Orinoco en su
búsqueda: fotografía al encorvado lomo del Río padre al amanecer, al atardecer
y a pleno sol, visita porfiadamente
varias veces a la piedra del medio,
observa que existe una isla con sus playas, rocas y bosques, avista cuevas,
hoyos y fotografía rastros sospechosos y misteriosos que lo alertan sobre la presencia de algo sobre natural, Carneiro
se merodea por la isla y en su inventario visual fotografía la imagen
petrificada de la piel de la mítica bestia, ve
a través de su lente al inmenso paisaje pétreo que asemeja la piel del
ofidio, crea sucesivas relaciones gráficas que dibujan a una serpiente
petrificada y más allá otra criatura
hasta ahora no mencionada, es una inmensa manta raya que comparte la isla del
medio con la serpiente.
En su inventario visual, al atardecer,
Carneiro se inspira en el crepúsculo que lo rodea, recuerda que hace horas los colores del alba
también lo enamoraron del Orinoco,
fotografía la luz del ocaso sobre el
lomo del río y va pensando que esta
arriesgada misión está por terminar. Una bandada de pájaros revolotea sobre la
embarcación, al oír la melodía endereza su encorvado cuerpo, ve hacia
horizonte y dice con su índice al
lanchero. Es hora de regresar al Puerto
Blohm.
Antonio Campeare